.~ Con los pies en la tierra y los ojos en el cielo ~.

miércoles, 19 de diciembre de 2007

¿Cómo vivir una vida y no perecer en el intento?


Ésa es una pregunta que yo no sé responder...

Hay veces que uno se siente abrumado por la enorme mochila que se debe llevar todos los días, cargada de muchas cosas... Entre ellas: el humor, la personalidad, las alegrías, los miedos, los problemas, los pensamientos, las tareas por hacer... Todo lo que uno tiene y también las cosas que se van agregando día a día. Pero hay veces que esa mochila llega a pesar toneladas, tantas que se nos hace imposible cargarla, y nos vemos obligados a soltarla, quitar las cosas que sobran y volverla a cargar. ¿Que es difícil? ¡Por supuesto que es difícil! Porque en esa mochila llevamos cosas que nadie debe saber, por una razón u otra, y sacar esas cosas y mostrárselas al mundo es difícil. También es difícil aceptar que en esa mochila hay cosas que no nos pertenecen, o que las tenemos de más, y quitarlas cuesta, y mucho, porque si llegaron a esa mochila es por algo. Es por eso que revivo el blog con esta entrada, para intentar quitarme la mochila, sacar las cosas que sobran y que nadie salga perjudicado por eso, ya que para eso es el blog, para desahogarse.

Descubrí que el colegio me llegó a atrapar hasta el punto de convertirse en una prisión, más las clases de inglés. Sentía la presión desde cualquier lado al que mirara, y eso me volvía loca. Me deprimí tanto que en vez de llorar, como hubiera hecho cualquiera, me convencí a mí misma de que podía resolver mis problemas, y lo terminé mandando todo a la más pura mierda. Mis calificaciones bajaron, aún habiendo aprobado todo, y creo que trataba mal a cualquier persona que se me cruzaba. Hasta me trataba mal a mí misma, y terminaba por descubrir que mi ego era mucho más grande de lo que pensaba, lo que por otro lado me hacía sentir más mal todavía. Todo eso por el colegio, cuatro horas al día, algo común para todo el mundo. ¿Es eso normal? No, claro que no. De por sí, yo no soy normal.

Más en el fondo de la mochila encuentro más sensasiones. ¿Frustración? Sí, puede ser una de ellas... También lo pueden ser la presión, la impotencia... Lo peor de todo es que todas estas sensaciones giran alrededor de una sola persona, y eso me molesta. Me molesta que sea exactamente ésa persona, a la que no le puedo decir nada de lo que me pasa por miedo, simplemente, a que se enoje y/o me grite... ¿Quién? Mi papá. Sí, él es el principal responsable de que no pueda disfrutar mis vacaciones tranquila. Y ahora, a una semana de Navidad, lo que más esperaba hace tan sólo un mes, estoy aterrada. No quiero que llegue Navidad, y menos Año Nuevo. ¿Para qué? ¿Para tener regalos? Éso es lo de menos. Acá lo importante es que mi pesadilla empieza el día en que empiece a preparar las valijas para irme. Quince días con mi papá y su novia la vaca... ¿Podré soportarlos sin querer suicidarme? Es un verdadero desafío... Tal vez esos quince días ponga a prueba mi sentido de la supervivencia. Creo que es necesario que me conozca un poco más; tal vez incluso pueda llegar a probar vivir mi vida como alguien independiente, aunque lo creo muy pero que muy difícil... No puedo pretendr que mi propio padre me crea lo suficientemente madura para dejarme sola en casa mientras se van a conocer Bariloche. Tampoco creo que le guste la idea, y me da miedo expresarla en voz alta, pero sé que algún día lo voy a tener que decir si no quiero ahogarme en el lago Nahuel-Huapi para que se dé cuenta de que fui porque no me quedaba otra opción.

En fin, esto es lo que me sale por ahora...
Con la poca suerte que tengo ni siquiera sé si ésto podrá servir para sentirme mejor, pero si alguien lo lee quizá podría mejorar un poco mi estado de ánimo...
Dicho todo lo que, creo, tengo para decir, doy por terminada esta entrada.
Beesos, y gracias, si es que gastaron un poco de su preciado tiempo en leer lo que piensa una loca depresiva de su vida.

Danu*